lunes, 28 de noviembre de 2011

FRANCISCA AGUIRRE OBTIENE EL PREMIO NACIONAL DE POESÍA


La alicantina Francisca Aguirre ha obtenido el Premio Nacional de Poesía, dotado de 20.000 €, gracias a su libro Historia de una anatomía con el cual el año pasado recibió también el premio Miguel Hernández, un autor muy cercano a la vida de Francisca Aguirre, porque un tío suyo compartió cárcel con él. El premio le ha sido dado por un jurado compuesto por, entre otros, por Manuel Rivas, Juan Carlos Mestre y Paula Izquierdo. La escritora nació en Alicante el 27 de octubre de 1930, pertenece a la generación de mujeres que tuvieron la vida más difícil de la España del siglo XX. Está casada con el también poeta Félix Grande, gracias al que publicó su primera obra el 1972.
El libro, que es una autobiografía de un cuerpo, es una clara muestra del estilo de la autora: claridad en la expresión e importancia de los elementos sencillos de su cuerpo, como su pelo y sonrisa.
Dentro de su larga trayectoria, podemos señalar libros como Ítaca, escrito en 1971, con el que recibió Premio Leopoldo Panero, Los trecientos escalones, escrito en 1977, Premio Ciudad de Irún, y Nanas para dormir desperdicios escrita en 2007, Premio Valencia de poesía. En cuanto a su prosa podemos destacar el libro Que planche Rosa Luxemburgo escrita en 1994 y Espejito, espejito escrita en 1995.


Las manos

Pensamos porque tenemos manos
Anaxágoras
Me ha costado muchísimo educarlas
Y no estoy muy segura de haberlo conseguido
porque la mayor parte de las veces
actúan por su cuenta se disparan
es como si tuviera vida propia.
Algunas veces he pensado que solapadamente
sin darle cuenta a nadie
es decir sin decírmelo a mí
que al fin y al cabo soy su dueña
estas dos lagartijas estas aficionadas al tanteo
han conseguido nadie sabe cómo
elaborar una Constitución y no contentas con eso
han llevado adelante un Estatuto
lo que supone para mí un auténtico caos.
Porque no hay forma de poner de acuerdo
a estas dos desgraciadas a estas dos inconscientes
que se pasan la vida peleando
defendiendo con verdadera saña sus derechos:
la solidaridad insobornable de la izquierda
el orden la cordura y el respeto que para sí reclama la derecha.
Mientras el cuerpo el miserable cuerpo del que viven:
el tronco las axilas los brazos y los antebrazos las muñecas
no encuentran la manera de aplacarlas
de hacerles entender que si se empeñan
esto va a terminar en un entierro.
Que lo mejor sería que empezaran
a sacarle provecho a la distancia
al espacio que las separa equitativo
y a disfrutar del ritmo que produce
unirse de improviso una con otra
y jalear alegremente el hecho sorprendente y audaz
de que por fin la vida nos acerque aunque sea tan sólo
de manera fugaz como era de esperar.

(María Fernández, Natalia Ruiz y María Ruiz)

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