jueves, 9 de enero de 2014

Publicado el libro de Guillermo Cabrera Infante 'Mapa dibujado por un espía'


El libro póstumo de Guillermo Cabrera Infante titulado Mapa dibujado por un espía acaba de ser recientemente publicado y debería llamarse más bien El mapa de la tristeza, debido al sentimiento de soledad, amargura, indefensión e incertidumbre que lo impregna.
Este libro narra como Cabrera Infante pasó cuatro meses y medio en La Habana, en 1965. Guillermo Cabrera Infante había tenido un conflicto con el régimen en 1961, cuando este clausuró Lunes de revolución, revista cultural que él había dirigido durante dos años y medio en su estancia en Cuba.
Guillermo Cabrera Infante nació en Gibara, Cuba, el 22 de abril de 1929. Era hijo del periodista Guillermo Cabrera y de Zoila Infante, ambos militantes comunistas y fundadores de la organización del Partido Comunista de Gibara, razón por la cual fueron arrestados, incluso el propio Guillermo Cabrera que con tan solo siete años de edad pasó varios meses en la cárcel.
A los 19 años escribió una parodia de El señor Presidente de Miguel Ángel Asturias, que llevó a Bohemia. Para su asombro, la revista la publicó en 1948 y esto cambió su vida definitivamente. Comenzó a estudiar Medicina, pero lo dejó para estudiar Periodismo en 1950, con lo que descubrió la literatura y el cine, que sería a lo que se dedicaría a lo largo de su vida.
En 1952 los censores del régimen de Batista culparon a Cabrera de incorporar obscenidades en un cuento que había escrito ese año. Como castigo se le prohibió publicar con su nombre, por lo que decidió publicar con el seudónimo de G. Caín. En 1954, se convirtió en crítico cinematográfico de la revista Carteles en la que firmaba con este seudónimo y con la que colaboraría hasta 1960. En la década de los cincuenta, Cabrera Infante escribió la mayor parte de las historias que serían recopiladas más tarde en Así en la paz, como en la guerra.
Tras la llegada al poder de Fidel Castro en 1959, Cabrera Infante, que había apoyado la Revolución Cubana, fue nombrado director del Consejo Nacional de Cultura, ejecutivo del Instituto del Cine y subdirector del diario Revolución (actual Granma), encargándose de su suplemento literario, Lunes de Revolución, en el que pretendía llevar a cabo los sueños de libertad y desarrollo cultural de la revolución.
En 1962, Cabrera Infante fue enviado a Bruselas como agregado cultural de la embajada
Cubana. Durante su estancia en Bélgica, escribiría Un oficio del siglo XX (1963).
En Cuba fue retenido por el Servicio de Contrainteligencia durante cuatro meses, hasta que, finalmente, pudo salir al exilio. Cabrera Infante y su familia fueron a Madrid y luego a Barcelona. Sin embargo, las dificultades económicas y la negativa del régimen franquista a regularizar su situación le movieron a mudarse a Londres, donde se instaló definitivamente. En la experiencia del breve retorno a su isla natal sería plasmada en este libro recientemente publicado.
En esta ciudad publicó su primera novela de mayor éxito, Tres tristes tigres, que originalmente se denominó Ella cantaba boleros. En realidad se trataba de una versión retocada de su anterior trabajo Vista del amanecer en el trópico (premio Biblioteca Breve 1964). Se caracteriza por el uso de coloquialismos cubanos y abundantes guiños y referencias a otras obras literarias. En ella relata la vida nocturna de tres jóvenes en La Habana de 1958. En Cuba la obra fue tachada de contrarrevolucionaria y Cabrera fue expulsado de la Unión de Escritores y Artistas y calificado de traidor. Nunca regresó a Cuba y se negó a que sus obras Tres tristes tigres y La Habana para un infante difunto fueran publicadas dentro de la línea de edición de emigrados del Misterio de Cultura.
En 1970 se instaló en Hollywood para dedicarse al mundo del cine como guionista y en 1979 publicó su segunda obra más famosa, la novela titulada La Habana para un infante difunto.
Ganó el Premio Cervantes en 1997 y en 2003, el Internacional de la Fundación Cristóbal Gabarrón en la categoría de Letras.
En sus últimos años de vida, fue ingresado en un hospital de Londres debido a una fractura de cadera con la que contrajo septicemia, de la que falleció el 21 de febrero de 2005; la noticia de su muerte no fue recogida en Cuba.
Su influencia es visible en la obra de autores de otras generaciones, como en La guaracha del Macho Camacho del puertorriqueño Luis Rafael Sánchez o en Última rumba en La Habana del cubano Fernando Velásquez Medina.

(María Jesús Parra Ortega e Inmaculada Márquez Torres)


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